Cómo subí a un pico de 4000 metros con 6 colombianos trabados y otras aventuras

Son las 5:15 de la mañana, estoy acostado en mi carpa a 3900 metros de altura en medio de los Andes colombianos, la temperatura afuera está bajo cero. A mi alrededor: nada más que silencio.

Y una tos.

‘Gringo, ya es de día’ suena desde la carpa de mi lado. La voz proviene de un colombiano a quien le había pedido que me despertara por la mañana ya que la batería de mi teléfono celular estaba vacía desde el inicio de la caminata hace tres días.

Con gran esfuerzo me quito el saco de dormir y abro la carpa. Al amanecer, todavía veo estrellas aisladas, en el fondo el imponente Nevado del Tolima, cubierto de nieve en la cumbre. Inmediatamente estoy completamente despierto y esperando ansiosamente la caminata de hoy.

El amamecer en una altura de 4000 metros
La vista al Nevado del Tolima, 5215 metros

El grupo de colombianos que duermen conmigo debajo de la saliente de una roca encendieron la fogata para preparar agua de panela, una dulce y deliciosa bebida.

Mientras como mi desayuno de linaza con avena, chía y leche en polvo optimizada para que pese tan poco posible, los colombianos empiezan a freír un paquete de salchichas sobre la fogata en la sartén de hierro fundido que han traído especialmente.

Seco y no entra viento – un mejor lugar para acampar no existe en todo el Parque Nacional

Mi encuentro con los colombianos

Cuando llegué aquí anoche y me encontré con un grupo de 6 colombianos y un perro, me quedé sorprendido sobre la cantidad de material que se puede llevar a una montaña y me recordé a mis inicios del montañismo.

Las salchichas las puede entender, pero cuando el grupo comenzó a cortar tomates frescos y cebollas para freírlas junto con el plátano maduro en el sartén y luego mezclarlas con el arroz ya cocinado en el valle, casi se me cayeron los ojos de la cabeza.

Sentados juntos alrededor de la fogata, decidimos escalar juntos el Paramillo del Quindío (4750 metros), ya que teníamos el mismo destino.

Ahora, en la mañana siguiente, nos preparamos para la partida.

Me puse mis impermeables y botas con crampones  (un accesorio que te pones en los pies para caminar en el hielo). Miro a los colombianos. Uno lleva botas de goma, el otro intenta ponerse sus zapatillas completamente empapadas, el tercero se pone dos zapatos diferentes porque solo uno de los dos pares que tiene está seco y dice que de todos modos tienen los pies de diferente tamaño, así que no hay problema. El cuarto ya está listo para partir en sus tenis de copia barata.

Por fin podemos arrancar, ¿o no?

Ahora son las 6 en punto, el sol ha salido y es un día sin nubes. Finalmente podemos comenzar, pero: ‘Un momento, falta el porrito’.

Después de que los colombianos han fumado extensamente el porro, caminamos. Mi alegría por la buena vista no se puede expresar con palabras, pero no fue nada comparada con la de los colombianos, cuando me lo decían con sus ojos rojos en cada minuto.

 

Haciendo montañismo con los colombianos

A medida que subíamos a la montaña hacia estaba más frío, al menos yo lo sentía. Dos de los colombianos tenian camiseta ni siquiera tenían un suéter. Después de una breve discusión sobre la ruta, unos deciden no continuar. Hablar de un pico de 4.000 metros es más facil que escalarlo. Los cuatro que quedamos continuamos hacia arriba, sin un camino a través de páramo salvaje.

El páramo salvaje con frailejones
un frailejón florecido

Una hora más tarde todavía no estábamos en la cumbre (de hecho, todavía nos faltaban 500 metros de altitud), los otros colombianos deciden regresar.

Estaba solo de nuevo.

¿Cómo sucedió?

Tenía una semana de descanso y en realidad quería escalar una montaña de 5000 metros, pero a corto plazo un amigo me canceló, así que tuve que cambiar de plan. Subir a un nevado es imposible solo. Un recorrido de trekking sí se puede.

Al inicio el Nevado se esconde detrás de nubes densos
Pero en el amanecer sale de las nubes mientras estoy preparando el desayuno a 3600 metros

Así que comencé en el municipio conocido como Juntas a 1800 metros e hice la travesía por todo el Parque Nacional, hasta que me encontré debajo de la roca con mis amigos colombianos que me abandonaron con la misma rapidez como los conocí.

Luego subiría al paramillo con sus 4750 metros, pero aún faltaban 3 horas en las que tuve que luchar por pantanos, páramos y pendientes de pedregales. Al final fue bueno que los colombianos se rindieran tan temprano, fue realmente agotador llegar a la cumbre, la lluvia constante y el viento extremo no hicieron que la escalada fuera más fácil (e incluso imposible con una sola camiseta).

Recorriendo el páramo de vez en cuando se me presentan vistas por todo el parque
Las lagunas y las quebradas hacen que siempre consigo suficiente agua potable

en durchnässte.

Los próximos dos días en el parque nacional

El resto de la caminata a través del parque fue hermoso, especialmente el descenso a través del bosque virgen de montaña salvaje; fue muy impresionante, esto sin importar que la lluvia constante empapara mis botas después de unas pocas horas.

Al camino lodoso está rodeado por selva salvaje
Con miradas a las montañas con bosque húmedo
Las nubes tragan el bosque salvaje que crea una atmósfera mística inceríble
Y con un poquito de suerte es posible observar animales salvajes

La aventura termina, ¿o no?

Abajo en el valle hay una Chiva que va tres veces al día a Pereira, la ciudad más cerca. Para aquellos que no saben lo que es un Chiva: es un camión viejo que tiene bancos en el interior para sentarse, por lo que, equipados con un motor muy potente, pueden cargar mucho peso en caminos sin pavimentar a través de los Andes. Además, cada Chiva está pintada por verdaderos artistas que las decoran de una forma original, muy al estilo colombiano.

Conmigo unas 100 personas esperaban a la Chiva. Tenía en claro que no todos tendrían espacio, ¿o tal vez si? los empujones eran densos, alcancé a conseguir un lugar de pie en la parte trasera de la Chiva, junto con otros 10. Como los bancos en el interior se ocuparon de inmediato, el resto tuvo que arreglárse en el techo. Cómo al final todos encontraron un lugar dentro y sobre la Chiva, no lo sé, pero el vehículo comenzó a moverse muy lento bajando por la montaña.

10 km/h con rumbo a la cuidad

En cada uno de los baches profundos, los gritos llegaban desde el techo a 5 metros de altura, a esto también se sumaban los gritos  del ayudante (el asistente del chofer) quien indicaba dónde nos debíamos apoyar para que la Chiva no se cayera. Estaba muy feliz de estar parado en la parte trasera de la Chiva, podría saltar se volcaba.

Bajo la lluvia constante y bajo los árboles del espeso bosque de montaña que regularmente chocaban con la gente en el techo de la Chiva, avanzamos lentamente por el camino sin pavimentar, a la derecha de nosotros, siempre el abismo con su río corriendo.

Hasta que, en un momento, nos quedamos atrapados en un bache inmenso. El conductor intentaba arrancar, pero no pudo.

La Chiva se daño y ya no puede seguir

Hasta aquí llegó

“Demasiado peso”, dice el ayudante. Así que la gente tiene que bajarse. Solo 20 colombianos bajaron del techo (la otra mitad permaneció arriba) y algunos más salieron del interior. En el siguiente intento, el conductor acelera, de repente se escucha un ruido alto. El ayudante sacude la cabeza con preocupación. Ahora todos empiezan a bajarse de la Chiva. Nadie sabe que pasó. Pero una cosa es cierta: la Chiva estaba rota, no podía continuar.

 El próximo pueblo quedaba a 12 kilómetros de distancia. No había alternativa. Así que los 100 pasajeros comenzamos a caminar bajo la lluvia constante con zapatos empapados, algunos con sartenes de hierro fundido y carpas de 10 libras en las mochilas. Caminamos en la oscuridad desde la jungla hacia la civilización. A dos kilómetros del pueblo, yo y otros 10 fuimos llevados por una camioneta completamente empapados. Finalmente llegamos al pequeño pueblo, desde donde salía otro jeep en dirección a la Chiva. ‘Si todavía la remolcan hoy’, quiero saber. El hombre se ríe y dice que trae comida y bebida para el conductor y el ayudante que debían pasar toda la noche allá, también los carros que estaban detrás de la Chiva.

Feliz de por fin haber escapado de la lluvia, me subo al autobús que va a Pereira de regreso a Bogotá, esta vez en un asiento y sin fallas mecánicas, para continuar el lunes mi vida en la ciudad.

 

This Post Has 2 Comments

  1. Que buena aventura, excelente eres un guerrero se le mide con toda mis respetos. Felicitaciones.
    Me encantó leerlo

  2. Me gustó mucho tu documental nuestra Colombia tiene muchos lugares hermosos por conocer.
    Espero que puedas recorrerla todos Dios te bendiga amigo mío 😊

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