Hola,
Ya ha pasado casi un mes desde que me subí al avión en Frankfurt para viajar a Colombia, ¿y qué ha pasado desde entonces?
El nuevo (conocido) país: Colombia
En primer lugar: ¡llegué a salvo! ¡Un amigo colombiano me recogió en el aeropuerto y nos fuimos a su apartamento donde brindamos con una cerveza! Debido al “jet lag” y al largo vuelo, estaba muy cansado y pronto me puse a dormir.
Los próximos días fueron muy tranquilos, en la primera semana de enero (casi) todos los colombianos están de vacaciones, la ciudad de Bogotá, en la que el ruido y el trancón forman parte de la vida cotidiana, parecía extinguida.
Calor tropical al pie de los Andes
Después del invierno en Alemania anhelaba calor y sol (Bogotá está a 2650 metros y es, por lo tanto, relativamente frío), por eso tomé la decisión de viajar a Villeta con mi amigo y su familia, un pueblo a unas 2 horas de Bogotá. A medida que bajábamos por los Andes en infinitas serpentinas, se hacía más y más cálido, hasta que finalmente llegamos a Villeta donde hacía unos 25° C. Increíble, el sol … ¡Tanto lo estaba extrañando en Alemania en los últimos meses!
Después de unos días relajados decidimos dar una vuelta por el país y disfrutar las vacaciones.
Este tiempo fue muy bueno para mí, me ayudó a superar el cambio de cultura que tengo cada vez que viajo a otro continente.
Llegando a bogota
De vuelta en Bogotá, comencé a estructurar mi vida.
Encontré un apartamento ubicado en el centro donde llevo viviendo aproximadamente una semana. ¡Fue muy chévere por fin desempacar mis mochilas!
Mis intentos recientes de abrir una cuenta bancaria y obtener un seguro médico no han sido exitosos, ya que las autoridades en Colombia generalmente son muy poco estructuradas o simplemente yo no me sé mover en estas áreas. Ésta será mi tarea los próximos días.
Pero cuando desempaqué mis maletas y ya me sentía más amañado, por fin quise salir a la naturaleza salvaje que había anhelado ya desde meses.
La primera aventura
Decidí buscar un río donde puediera pescar y acampar y donde nadie me molestara. Por imagen satelital escogí el río Sumapaz, a unas 3 horas de Bogotá. No conocía el río y no sabía si lo que iba a hacer sería posible.
Desde la carretera principal debía cruzar el río una y otra vez para ir hacia las montañas, que resultó ser una escalada pasando de una piedra a la otra. En un lugar arenoso protegido, instalé mi campamento y fui a pescar. Después de aproximadamente 2 horas pesqué un pez de 10 cm, que definitivamente mejoró la sopa que me preparé en la noche 😉
El paisaje a mi alrededor es realmente impresionante, detrás de mí había una densa jungla, frente a mí el río … y toneladas de mosquitos. Lastimosamente se me ha quedado el repelente en Bogotá …
Cuando exploré el área alrededor de campamento, de repente, frente a mí, entre los arbustos, había un palo verde, que resultó ser una serpiente en una inspección más cercana … ¡los trópicos son un lugar totalmente distinto comparado con Europa Central!
Después de haberme bañado extensamente (y desnudo) en el río, prendí la fogata para secarme y cocinar la sopa de pescado. El sabor ahumado de cualquier comida preparada en leña es incomparable.
Después de una noche inquieta, seguí caminando para llegar al siguiente campamento. De repente … marcas de serpientes en la arena … estaba muy precabido y, a 2 metros de distancia, una serpiente de 10 cm de diámetro duerme en el árbol …
Unos kilómetros río arriba, encontré un buen lugar para acampar. A pesar del calor, hice fuego al mediodía para hervir el agua, porque no tenía más agua para beber y el sol ardía sin piedad desde el cielo. Después de calmar mi sed, fui a pescar y esta vez atrapé un bagre (pez gato) de tamaño comestible. ¡Por fin! ¡Esta noche iba a tener algo delicioso para comer!
Estaba sentado al lado de la fogata y ahumando mi pez gato para comérmelo, de repente escucho un animal en el árbol justo arriba de mí. Cuando enciendo la linterna, veo que se me está acercando muy lentamente un oso perezoso. ¡Un oso perezoso! Nunca había visto uno antes. Rápidamente (en velocidad de un oso perezoso) se retiró a la copa de los árboles para descansar un poco más.
Al día siguente, después de haber alistado mi mochila, me devolví hacia la carretera.
No esperaba ver tantos animales, una naturaleza tan rica y viva, ella me sorprendió cada día. Desde serpientes hasta iguanas, martines pescadores y galliazos, ¡todo estaba realmente allí!
Mi expedición al río Sumapaz de la que no sabía cómo iba a ser, fue todo un éxito. Tuve la aventura que quería, tuve mi tiempo allí, la vida en la naturaleza salvaje que me había hecho tanta falta en los meses anteriores.
Ahora es el momento de volver a Bogotá para instalarme allí. ¡Pero pronto comienza la siguiente aventura!
¿Dónde? No lo sé todavía, pero con seguridad será emocionante!